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27 Los grandes sucesos dependen de incidentes pequeños.Demóstenes   por   puntoedu
 
 
AnaAbregu 7/3/2012 | 11:40:28 a.m.  
 
O elevación de vos o pensamiento
Liliana Celiz, poeta. Literatura latinoamericana.
Tags:
  Metaliteratura   literatura   literatura latinoamericana   Liliana Celiz   poeta argentina   escritoras argentinas   revista de literatura   crítica de literatura
 

En un artículo anterior, “La espesura en poesía” , hice mención, entre otras cosas, de un poema de esta autora, que causó cierto malestar en algunos casos, desconcierto en otros, pocos nos abocamos a disfrutar de lo literario de la propuesta.

En esta oportunidad insisto en  compartir más que nada aspectos que tienen que ver con lo literario, porque la gran pregunta es: qué hace que un texto sea literario y qué no, o qué hace que un poema lo sea o no lo sea.

En principio, declaro y he admitido antes,  que una obra de arte lo es porque el artista que ha creado la obra dice que lo es. No hay definición de arte, ni instrumento que mida el arte o arteómetro, de manera que dejando fuera esa disquisición sobre qué es arte o no lo es, lo cual es inconducente, quiero analizar algunas de las estrategias de Liliana Celiz, como poeta, que me llaman la atención y sobre las cuales tengo más cuestiones que respuestas.

El libro del cual quiero comentar es “O elevación de vos o pensamiento”, su primer poema:

 

como recuerdo en vez de la existencia
estábamos los dos o desdoblábamos los dos
el gesto puro de caricia también la nitidez
del habla en un recodo marginal
o cielo raso que caía como granizo
o roto de granizo o costa transversal
o plenilunio que hace las veces de motor
y es el eclipse contra el tiempo
haciendo supresión de lo que muere
¿el todo es lo que muere?
poblábamos los ojos de vacío
y el tiempo el devenir el juego
que hace a la distancia donde estás
preconcebido de las hordas de tu entorno
¿el tiempo es lo que muere?
gotas absurdas de los ojos estampados
como matiz o presa allá en el movimiento
como recuerdo en vez de la existencia

 

El primer aspecto, que salta a la vista, es el hecho de la ausencia completa de puntos, comas, punto y coma, o signos gramaticales en general; incluso el comienzo y final con minúscula, una idea en la que se invita a la intervención del lector, que será el responsable de construir el sentido.

En lo visual, la propuesta es constructiva.

Los únicos rasgos gramaticales son los signos de pregunta, los paréntesis y las barra slash (“/”, aunque justo no en este poema, sí en otros del mismo libro).

Sólo con esos elementos, el sentido de cada línea se ve multiplicado en posibilidades, en lo visual es el lector el que colocará lo ausente.

La desaparición de las marcas gramaticales dan cuenta de que esta autora asume y sugiere la imposibilidad de otorgarle a la gramática la destitución de la ambigüedad en la construcción del sentido, o en todo caso exonera a la gramática como elemento formador del sentido, y nos enfrenta a nosotros, el lector, con esa realidad; nos obliga a tomar partido en esa construcción.

Lo cual, por supuesto, causará que más de un lector no sienta confort frente al ofrecimiento.

En este texto en particular, además, hay un comienzo que es el mismo que el fin.

En el plano de las especulaciones, lo cíclico de los textos de esta autora no se circunscribe a este poema, sino al modo visual, las minúsculas como señal de continuidad, lo que comienza “viene” de otro lado, de otra hoja, y lo que termina, no termina, sino continúa, casi como una réplica de la vida misma, todo ya ha comenzado y todo seguirá, o vuelve a comenzar y no se acaba, todo es una continuidad.

La percepción del instante es permanente, a pesar del uso del verbo en pasado: “doblábamos”, “caía”, sin embargo la percepción es del presente, lo que está dado; los verbos como acciones, “caricia”, “habla” “hace”, tiene un fuerte impacto sobre esa percepción, y  da la impresión de voces acumulándose sobre un solo tiempo y un espacio.

La mención de la muerte, y la existencia como recuerdo, ofrecen un contraste que produce el extrañamiento, la ausencia del instante, que revoca la impresión producida por los verbos: “habla”, “hace”, lo que establece una especie de ausencia del tiempo, que se dobla y vive en el recuerdo y se pliega en los hechos, dejando el instante suspendido.

La insistencia de la pregunta sobre la muerte, parece intentar desterrar la idea de que la muerte ocurre solamente sobre la existencia.

Pienso que los poema de Liliana Celiz incomodan a aquellas lecturas que necesitan ordenar el mundo según un sentimiento preciso o una referencia, porque esta autora no usa palabras que tranquilicen o que cristalicen una historia, sino que habla de un mundo íntimo, una forma de percepción sutil que está hilado entre detalles que no se atan al lapso del tiempo, que no dan cuenta de un presente o un pasado, sino de un tiempo que no puede acomodarse a un transcurso.

No dejo de insistir en que los poemas deben leerse en voz alta, en este el golpe de la “r”, es fuertísimo, la “r” es una letra difícil en un poema porque es fuerte, precisa, contundente, eruptiva, y sobre todo cuando hay abundancia arrebata y perturba, lo que  genera una posición en la lectura de alerta, de precaución.

Hay una reverberación en el armado de un sema repetitivo, el artículo y su sustantivo, “la existencia”, “el eclipse”, “el tiempo”, “el devenir”, “el juego”, “la distancia”, “el movimiento”, “la existencia”, ciclos, retórica de asíndeton; como anclas a las cuales asirse en este viaje hacia el abismo de las interioridades que abre el poema, que la palabra “pensamiento” del título del libro advierte.

La impresión es que lo que haya sucedido, no se revoca ni con la muerte, lo que genera cierto grado de angustia; es precisamente la relación entre las frases y la impresión de la ocurrencia cíclica, de trascendencia; no sólo en la sonoridad, sino en las palabras: “existencia”, “eclipse”, “devenir”;  en la geografía, la ubicación de las palabras, y el comienzo y el final, las minúsculas, la ausencia de puntos y comas, todo un conjunto de recursos específicos para ese efecto atemporal, que aligera la presencia física de sentimientos de un texto que sugiere una mujer atrapada en una historia en la que somos invitados, no como meros espectadores, sino que nos introduce en un laberinto en donde no hay esquinas, ni, punto ni comas, no hay tranquilizantes marcas en el piso -gramaticales- para guiarse, como se suele salir de los laberintos, hay una imposibilidad de rescate.

Ese sentido de sin-salida, hace que el poema quede como imperecedero, permanentemente sucediendo, provocando una exacerbación del momento que no termina de ocurrir.

Hay un trabajo con la polisemia “como recuerdo en vez de la existencia”, que en voz alta se puede leer, “en vez” como “envés”, el revés, lo contrario,  cuando además se está afirmando como idea de suplantación, la idea de que el recuerdo es casi lo mismo que la existencia, como si fueran la única evidencia de la existencia.

Luego,  “como”, en el sentido de comer, de alimento de la vida, en vez de la propia vida. Y en esta dirección, los encuentros polisémicos son como vestigios del yo, el “yo” del presente:”como recuerdo”, ”como granizo”, “como matiz”, “como existencia”, un comer muy denso, en donde la palabra “como” está siendo utilizada como un tropo, una figura estilística en lo  léxico que hace tomar a una palabra un significado distinto de su significación: verbo, comparación o preposición.

No lo he dicho todo, por supuesto, un buen poema se relee y expone otros aspectos que quedan ocultos por el impacto inicial, y también por razones de espacio, otros análisis quedan para disfrute personal.

Pero en todo caso, quise de esta manera compartir una visión de la riqueza que encuentro en los poemas de Liliana Celiz, que para mi la convierten en una escritora que es preciso leer, no sólo porque sus textos son impresionantes y provocan sentimientos extraños y complejos, sino porque es una escritora con la que se puede aprender muchísimos recurso y formas nuevas de expresar, que para mi es el objetivo primordial de la buena literatura: encontrar otros modos de decir.

De Liliana Celiz no de puede sugerir que “se parece a”, o que “escribe como”, esta escritora tiene su propia marca y su propio modo de expresar lo poético, sin referentes, hay hasta que inventarse el modo de leer e ir descubriendo de a poco la sinuosidad de su propuesta.

El “yo” es un acuerdo tácito en un poema, hay como un pacto con el lector, el “yo” se sobreentiende y ese “yo” es además el autor. Es usual la tendencia a dejarse ganar por la representación, como pasó en el poema comentado en el artículo anterior, La espesura en la poesía, por ello la “dureza” de lo representado, un supuesto abuso del padre con la hija, encandiló la lectura por sobre el hecho literario de que dicha representación es un entramado complejo de significados, con estrategias retóricas muy afinadas que a su vez escondió las marcas de la lectura literaria, lo cual es uno de sus logros.

Intento señalar que cuando las marcas de representación no son tan evidentes como ocurre con este otro poema, la tendencia al rechazo, quizás, se conviertan en una mirada superficial, sin embargo la riqueza de recursos, la polisemia, la estructura espacial y geográfica de estos poemas, así como los riesgos estructurales, son su más poderoso valor.

Liliana Celiz no teme exponerse, asume su poética y no concibe beneplácitos, el que puede soportar el peso de la lectura y la enfrenta, sabiendo que no será un recorrido concesivo, se encontrará con un texto original y una autora de arte superior.

Dejo aquí otro poema para la reflexión, ahora sí, cedo la voz al propio poema:

 

te oí decir /decirte que te oía
en el espacio que es fecundo como espacio
el aire hace una puerta o cuadrilátero
en que estoy o restituida como forma o trascendencia
me mojo del perfume de que estás tañido a mí
y no es o alcanzo la mirada de tu nombre
como trigo horizontal o como puente
en el que corro y te decía tal vez mañana
llueva o es el frío que inunda la estación de hojas
caídas como franjas filigranas como forma
de ojo horizontal donde se mira
la fragancia de alelí en toda forma dimensión
o espacio y constituirte o culminar de borlas
o agujeros blancos de la lluvia

 

 

Ana Abregú.

Licencia Creative Commons
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Ana Abregú.

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  Comentarios: 2      
1- Miura 3/8/2012 07:53:19 p.m.
Guau...digo Muuu...me dejó tan estupefacto que me confundí de especie...
 
2- Arcadia 3/8/2012 07:55:37 p.m.
No sé si eso es bueno o malo. Hola Miura, soy la autora del post que entré con otro nick para votar el post, porque es mi homenaje a la autora a quien admiro mucho y pasa por un mal momento de salud. Con mis deseos de que se recupere, va mi intención de difundir su material que es excelente. Gracias por leer y comentar.
 
 
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